Cualquier actividad económica se encuentra influenciada tanto por variables macroeconómicas, como por aquellas propias del mercado. Igualmente, el manejo de los recursos propios de la empresa genera un impacto en su flujo de caja, en especial aquellos que tienen que ver con las cuentas por cobrar, las cuentas por pagar, los inventarios, y el pago del servicio de la deuda (intereses). La acertada toma de decisiones en estos asuntos, acompañada de una debida protección jurídica, mitiga los riesgos que se pudieran derivar de los contextos económicos adversos. A continuación, se señalan algunos aspectos a considerar para la toma de decisiones en la operación.
Variables como tasa de cambio, inflación, tasa de interés de intervención, afectan directamente la operación de la empresa. Por ejemplo, una devaluación de la moneda nacional, respecto otra de referencia, puede generar oportunidades para aquellos quienes exportan, pero constituyen una amenaza para aquellos quienes importan materias primas, productos o servicios. La volatilidad de estás variables debe considerarse en la estructuración de los contratos, de tal manera que se considere el impacto que las mismas tendrán sobre la fijación de precios, o sobre la necesidad de renegociación por generarse un desequilibrio contractual; o bien sea, para que sean tenidos en cuenta en la modelación del negocio costos de tasa de cambio o de protección mediante contratos financieros a través de operaciones con sintéticos como son las opciones, los futuros o los swaps.
Los inventarios para las empresas con enfoque productivo, de distribución o comercialización, supone un manejo adecuado de las cantidades tanto de materias primas, producto en proceso y/o producto terminado. Para ello, resulta importante contar con aliados que garanticen la entrega de insumos y suministros de manera oportuna. Igualmente, es importante conocer y controlar la rotación de los inventarios de la empresa, ya que ello trae consigo un costo financiero importante la operación, por la diferencia en el pago de los costos directos de fabricación frente al retorno obtenido
El relacionamiento con clientes, dependiendo el modelo de negocio, requiere de la definición de políticas de crédito con clientes. Ello implica, además de hacer un análisis financiero de los clientes que requieren el crédito, definir una política para el otorgamiento de los mismos junto con una política de gestión de cartera. Desde un enfoque jurídico, ello supondrá la configuración de autorización para el tratamiento de datos y el reporte de dato negativo, la contratación con centrales de riesgo, y la suscripción de documentos que permitan configurar garantías reales y personales, como son pagarés o contratos de garantía mobiliaria. Todo lo anterior, permite contemplar escenarios negativos de mis clientes (aquellos que puedan estar ad-portas de un escenario de reorganización empresarial o liquidación), o tomar los recaudos necesarios para que en caso de quedar vinculados en un régimen de insolvencia empresarial, se logre aumentar la probabilidad de recuperación de la cartera en un período más corto o mediante seguros de cartera.
En el relacionamiento con proveedores, es igual de importante negociar los plazos para pago. En este sentido, también se deben evaluar las condiciones que imponen los clientes para el otorgamiento de crédito en temas de autorización de reportes de datos negativos, garantías, y solicitud de información financiera.
Es importante explorar todas las posibles fuentes de financiación para los proyectos y necesidades de capital de trabajo que tenga la empresa. No solamente se trata de revisar el costo financiero de la inversión, sino también el impacto en el flujo de caja libre de la empresa, que termina afectando el valor de la misma. Para efectos de la generación de valor, no es lo mismo financiarse con deuda, que financiar proyectos con nuevo capital invertido por los accionistas. Sobre este punto, profundizaremos en una próxima entrega. En cualquier caso, en caso de requerirse una financiación con inversión de capital, se deberá evaluar además las implicaciones respecto a la participación accionaria de la empresa, y a los eventuales ajuste de los documentos societarios y para-societarios que dicha emisión de acciones o cuotas sociales requiera.
Como hemos podido observar, una buena gestión financiera debe ir acompañada también de una correcta gestión del riesgo jurídico. La protección del ciclo de efectivo de la empresa no se basa únicamente en la definición de políticas. Estas deben implementarse a partir de la elaboración de contratos que gestionen los riesgos de incumplimiento y que definan los alcances que se logren a la negociación con clientes y proveedores, acompañados de garantías reales y personales en los casos de otorgamiento de créditos.
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