Colombia ha sido tradicionalmente un país mediado por una alta producción legislativa, entre otras razones, por cuenta del tipo de sistema jurídico que nos rige, en donde la legitimación de las normas se sustenta principalmente en el hecho de que las leyes se encuentren escritas, codificadas y organizadas por las materias que deben ser reguladas.
En línea con lo anterior, la actividad empresarial en Colombia no ha sido ajena a una rigurosa tarea de regulación propia de un Estado intervencionista en la economía y mediador de las relaciones de negocio a todo nivel, sin perjuicio de fenómenos de fuerte influencia externa generadoras de derecho y que, más recientemente se han propuesto generar las condiciones de compatibilidad de nuestras normas con el tráfico de negocios globales, además de la adherencia del país a organizaciones internacionales fuertemente dinamizadoras de la producción normativa interna, tal es el caso del ingreso de Colombia a la OCDE, en donde, a través del proceso de admisión se recomienda la adopción de normas de protección a la libre competencia, las protección de datos personales, la adopción de estándares de buen gobierno corporativo, la prevención del delito transnacional, entre otras.
Con la pandemia de salud pública que ha vivido el mundo producto del Covid 19 y la consecuente necesidad de reactivación de la economía en una etapa de postpandemia, en Colombia se pasó de una dinámica de producción normativa más bien lenta y rezagada, al menos en materia empresarial, a una hiperproducción de normas a todo nivel con impacto directo al sector empresarial, especialmente devenidas de la declaratoria de estado de emergencia económica, cuyo elemento característico se centra en la autorización al ejecutivo para producir normas destinadas a conjurar las dificultades propias de esta situación, sin perjuicio de aquellas producidas por el Congreso de la República como dinamizador natural del ejercicio legislativo en Colombia.
Con todo lo anterior se quiere señalar que producto de estos fenómenos extraordinarios, junto con tendencias armonizadoras de nuestras normas locales con las tendencias de regulación global del comercio, inundaron nuestro entorno legal de normas, regulaciones técnicas, políticas públicas que, sin desconocer su segmentada importancia, superan en muchas ocasiones la capacidad de nuestros empresarios de entender y digerir el caudal de regulación de los obliga y los condiciona.
Tan trascendente resulta el tema, que las Firmas de abogados adoptan el denominado “derecho regulatorio”, como área de práctica profesional que busca, entre otras cosas, acompañar a los empresarios y emprendedores en esta extenuante tarea de ajustar sus estructuras corporativas para cumplir y sobrevivir en este ecosistema minado de regulación, pero más interesante aun, resulta la iniciativa de contribuir con la adopción de estructuras de “Compliance” que más allá del cumplimiento, busque la incorporación de prácticas y estándares corporativos eficientes que saquen provecho de esas buenas prácticas en dirección el establecimiento de buenas ventajas comparativas y competitivas en el mercado que participen.
Con todo lo anterior, nuestros empresarios coinciden al preguntarse, ¿de cara a esa hiperproducción normativa y de regulación, qué debo tener en cuenta?
Lo primero sería definir muy bien el segmento de la economía y el mercado en el que se participa o se proyecta participar en el corto y mediano plazo, además de entender muy bien de qué manera funciona este mercado, cuál es el contexto económico, jurídico, político, social y las tendencias exógenas que puedan condicionar ese especial entorno de mercado.
Producto de lo anterior, debo construir de la mano de una asesoría experta, una matriz de riego legal con impacto directo e indirecto en la actividad empresarial propuesta. (Por supuesto que la matriz de riego debe considerar otros aspectos más allá del entorno legal)
Como se mencionó, leer el contexto normativo y las líneas de tendencia regulatorio de la mano de expertos, resulta ser una prenda de garantía en dirección al ejercicio de una actividad empresarial segura y con vocación de permanencia en el tiempo.
La actividad regulatoria y la adecuada gestión de la actividad normativa con impacto en la empresa debe ir más allá del simple cumplimiento de normas. Una verdadera y eficiente estructura de “Compliance” debe aprovechar la imposición regulatoria y las recomendaciones de adopción de altos estándares corporativos para estructurar estructuras corporativas movidas por altos estándares de buenas prácticas propias de un buen gobierno corporativo y frente a la cual se apalanque una sana actividad empresarial, sostenible, con impacto positivo en su entorno y con la vocación de permanencia en la sociedad que contribuya con escenarios de prosperidad Colectiva.
Finalmente, nuestros empresarios deben estar muy vigilantes a temas puntuales y de fuerte discusión en la agenda legislativa más reciente, con temas centrados:
Todos estos interesantes temas, entre muchos otros, serán abordados de la mano de nuestros profesionales expertos en el 1° EVENTO ACADÉMICO EMPRESARIAL FONTE, en donde navegaremos a través de los retos que implican la adopción de una buena estructura de cumplimiento, no sólo para entender el ecosistema normativo que condiciona la actividad empresarial en Colombia, sino, más allá, capitalizar las ventajas de la adopción de buenos estándares de Compliance en dirección a la sostenibilidad y preservación de nuestro tejido empresarial.
Idea Principal:
Las empresas que puedan adaptarse a estos desafíos regulatorios no solo cumplirán con la ley, sino que también estarán mejor posicionadas para competir en el mercado colombiano y global, además de aprovechar las oportunidades de crecimiento a largo plazo. La comprensión y el cumplimiento de las regulaciones son fundamentales para el éxito sostenible en el sector empresarial colombiano.