LAS RAZONES DE LIQUIDEZ COMO HERRAMIENTA DE EVALUACIÓN DE SOLVENCIA DE LA EMPRESA

Por: Manuel Eduardo Tobar,
abogado socio de Fonte Estudio Jurídico 

En el artículo anterior, sobre el incumplimiento de la hipótesis de negocio en marcha como causal de disolución empresarial1, explicamos las razones financieras básicas definidas en el artículo 2.2.1.18.2 del Decreto 1074 de 2015 (adicionado por el decreto 854 de 2021 y modificado por el Decreto 1378 de 2021) que permiten a los administradores evaluar el cumplimiento o no de la misma. Sin embargo, señalamos particularmente las dificultades que algunas razones pudieran llegar a presentar para el correcto diagnóstico del deterioro patrimonial o del riesgo de insolvencia.   

Se advertía también, que los administradores deben convocar inmediatamente al máximo órgano social cuando del análisis de los estados financieros y sus proyecciones, se adviertan los referidos deterioros patrimoniales o riesgos de insolvencia, y para ello deberán hacer uso de herramientas de análisis tales como razones o indicadores financieros, acordes a su modelo de negocio. En este sentido, es necesario para los administradores conocer cómo se pueden implementar herramientas para el análisis financiero de la empresa. Por ello, en esta oportunidad centraremos nuestro análisis en las razones de liquidez. 

La liquidez es la capacidad que tiene una empresa de solventar el cumplimiento de sus obligaciones o pasivos de corto plazo. Para este análisis, se deben tomar los activos corrientes o circulantes, que son aquellos que por definición son de fácil realización; es decir, aquellos que fácilmente, o en un corto plazo, podemos tener a disposición o “líquidos”. Entre estos activos se encuentran el efectivo o disponible, cuentas por cobrar a socios o a terceros, inventarios e inversiones de corto plazo.  

En primer lugar, analizaremos la razón corriente o circulante, la cual compara la totalidad de activos corrientes respecto de la totalidad de pasivos corrientes. Para su cálculo se hace una operación aritmética sencilla en la que se divide el total del activo corriente entre el total del pasivo corriente. Una primera y rápida interpretación, nos indica que el resultado corresponde a las veces que el activo corriente alcanza para pagar la totalidad del pasivo corriente. Por ejemplo: Si el activo corriente de una empresa es de $2.000.000 y el pasivo corriente de la empresa es de $1.000.000, quiere decir que el activo corriente alcanza para pagar 2 veces el pasivo corriente. En este sentido, podemos concluir que cualquier resultado mayor a 1, dará indicios de solvencia de la empresa, mientras que cualquier resultado entre 0 y 1 indicará que la empresa podría estar enfrentando en el futuro próximo problemas de solvencia. 

Si bien es cierto que la razón corriente o circulante nos permite tener una primera aproximación al análisis de liquidez de la empresa, también lo es que en la mayoría de las ocasiones encontramos cuentas del activo corriente que deben ser depuradas para un análisis que permita tener una mejor aproximación a la realidad de la empresa. Estas cuentas suelen ser la de inventarios y las cuentas por cobrar, tanto a socios como a terceros. Con relación a los inventarios, en la literatura financiera se presenta una primera opción para este análisis depurado a partir de la prueba ácida (o quick ratio). La prueba ácida se fundamenta en excluir del análisis los inventarios como parte del activo circulante o de tomar los activos más líquidos de la empresa como el disponible, las inversiones de corto plazo, y las cuentas por cobrar. Para efecto del cálculo, del total del activo corriente se sustrae el valor de los inventarios; dicho resultado se divide sobre el pasivo corriente. Para continuar con el ejemplo anterior, supongamos que las cuentas del inventario equivalen a $500.000. En este sentido tendríamos lo siguiente:  

activo corriente – inventarios = $1.500.000 

En este caso tendríamos que el resultado de la prueba ácida equivale a 1,5. Esto quiere decir que el activo corriente, excluido el inventario, alcanza para pagar 1,5 veces la totalidad del pasivo corriente. La conclusión sería similar a la de la razón corriente. Cualquier resultado mayor a 1, dará indicios de solvencia de la empresa, mientras que cualquier resultado entre 0 y 1 indicará que la empresa podría estar enfrentando situaciones de insolvencia. 

Ahora bien, tanto la razón corriente o circulante y la prueba ácida presentan algunas dificultades para un análisis real. En primer lugar, debe tenerse en cuenta que el modelo de negocio no siempre cuenta con inventarios de materias primas, inventarios de producto en proceso, o inventarios de producto terminado; este es el caso de algunas empresas de servicios profesionales. Por otra parte, la razón de exclusión de los inventarios se debe al análisis de rotación de estos (razones que serán objeto de estudio en un próximo contenido cuando hablemos del ciclo de efectivo y de los indicadores de rotación de las cuentas que hacen parte del capital de trabajo neto), partiendo de un supuesto que los inventarios pudieran ser de difícil rotación, o, en otras palabras, de rápida obsolescencia. Sin embargo, esa no debería ser la única consideración para obtener un dato más aproximado de la real liquidez de la empresa. Las cuentas por cobrar también deben depurarse respecto a las cuentas por cobrar a terceros que resultan ser de difícil cobro, o respecto de las cuentas por cobrar a socios, que normalmente no aportan liquidez rápida a la empresa. Estás últimas se suelen cruzar con los dividendos decretados y pagados, lo que deja entrever un problema en los casos en los que la empresa no genera utilidad, o cuando habiéndola generado, la decisión de la asamblea es que se pague y que se deje pendiente el pago de las cuentas por cobrar a accionistas para una etapa posterior. 

Así las cosas, consideramos que el análisis de liquidez debe considerar una depuración de inventarios obsoletos (para aquellos modelos de negocio que cuentan con inventarios), de las cuentas por cobrar a socios y de las cuentas por cobrar a terceros con un vencimiento que la empresa califique de difícil cobro. Solo así, se podrá tener un indicador de la real solvencia de la empresa, que permita evaluar con mayor certeza la probabilidad del riesgo de cesación de pagos de la misma. 

Para clarificar la situación, supongamos una empresa que cuente con unos activos de $2.000.000. Para efecto del ejercicio, supongamos que su modelo de negocio no cuenta con inventarios (es una empresa de servicios profesionales, por ejemplo). En este caso supongamos que del total de activos corrientes $800.000 corresponde a cuentas por cobrar a socios y $700.000 a cuentas por cobrar a terceros con un vencimiento superior a 180 días. En este caso, al depurar el activo corriente tendríamos que corresponde a $500.000. Si, como en los ejercicios anterior, tenemos un pasivo corriente de $1.000.000, tendríamos que la razón corriente o circulante depurada sería de 0,5. Es decir, el activo corriente depurado solo alcanzaría para pagar la mitad del pasivo corriente. Nuestra conclusión sería igual a las anteriores.  Cualquier resultado mayor a 1, dará indicios de solvencia de la empresa, mientras que cualquier resultado entre 0 y 1 indicará que la empresa podría estar enfrentando problemas de cesación de pagos. 

Con lo anterior, es evidente la importancia de la implementación de unas razones financieras ajustadas al modelo de negocio, que permitan conocer el real estado de solvencia de la empresa y así el cumplimiento de la hipótesis de negocio en marcha. En Fonte Estudio Jurídico, nuestro equipo de profesionales también asesoran en la implementación de razones financieras que permitan evaluar el cumplimiento de la hipótesis de negocio en marcha desde un enfoque de liquidez de la empresa.  

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